Archivo Barboza Grasa ®

LAS ESCULTURAS DE RODIN DE PARÍS A ZARAGOZA, POR BARBOZA

Actualmente se encuentran en la calle Alfonso I de Zaragoza siete esculturas de Auguste Rodin. Al recorrer este espacio expositivo donde los personajes de un conjunto, como son Los burgueses de Calais, se encuentran separados formando cada uno un subconjunto o una individualidad que en plena calle y acompañados por el público de Zaragoza, se ven mas desamparados y desprotegidos ante la muerte. Sólo El pensador, o Dante en la puerta del infierno, se aísla en las alturas de un pedestal dominando la calle y como telón de fondo, el extraordinario edificio de El Pilar, todo un conjunto para meditar sobre Rodin y su obra muy cerca del rio Ebro.
Mientras observo, fotografío y medito junto a Teresa Grasa las esculturas, los recuerdos no dejan de agolparse y me llevan a las calles y Museos de San José de Costa Rica, en los años de estudiante de dibujo, en que la escultura era una de mis pasiones favoritas. Primeramente en el Museo Nacional donde iba a dibujar las esculturas indígenas, esas formas totémicas llenas de religiosidad y misterio al igual que las esculturas románicas. Pero en San José existe en el Parque Nacional un monumento inaugurado en 1895 para conmemorar el vencimiento del ejercito filibustero norteamericano por las Repúblicas Centro Americanas representada en la figura de William Walker en 1856-60. El monumento salió de los talleres del escultor francés Louis- Robert Carrière Belleuse, maestro de Rodin, quien lo acogió después de su fracasado intento de entrar en la Escuela Superior de Bellas Artes de París y ”cuenta la tradición oral en Costa Rica que Rodin modeló una de sus figuras” según el estudioso Luis Ferrero.
Ese contacto con el mundo escultórico europeo en Costa Rica me incitaba a realizar dibujos de esculturas aprovechando fotografías de las obras de Miguel Angel, Rodin, y Giacometti, ampliando así mi admiración por la obra de arte en tres dimensiones. En 1968 me encontraba en París, y lo primero que hice fue ir a visitar el Museo Rodin, para encontrarme con el maestro, y aquel encuentro me produjo una admiración que en años sucesivos en que iba a la ciudad del Sena, ahora con Teresa, vamos al Museo para respirar el aire creativo de uno de los mayores escultores de la Historia.
Ahora me encuentro en la calle Alfonso con sus personajes dialogando con el público, y conforme recorro la calle, la primera forma de bronce es el burgués Andrieu d´Andres que ante su destino se sujeta la cabeza con las manos como un condenado de Miguel Angel en el Juicio Final, el cual estudiaría el escultor en su viaje a Italia en 1876. La segunda escultura es Pierre de Wissant, con un gesto de anacoreta en el desierto, parece que predica como San Juan Bautista, a la inversa de Jean d´ Aire que mira con agresividad a la muerte o al enemigo de Francia, los ingleses en ese momento del año 1347; está completamente desnudo, sus manos son fuertes, al igual que su espalda, algo encorvada, demuestra la fuerza del trabajo. Eustaque de Saint Pierre, el mas viejo, tiene la postura del que acepta su destino por el bien común, la tensión espiritual y de sabiduría de su cabeza recuerda al retrato de Miguel Angel en la Pietá florentina en Santa Maria dei Fiore de Florencia. El que lleva las llaves de la ciudad para entregarlas al enemigo, Jacques de Wissant, y ese poder lo convierte en un icono, como un César o un Patricio de la antigua Roma. El mas joven, Jean de Fiennes, interroga al destino pues su juventud le hace pensar en el futuro y no en la muerte, es la figura mas desprotegida del conjunto, y en su cuerpo joven atlético sus músculos no afloran, es todo un poema de la desolación.
En lo alto del pedestal El Pensador observa a sus compañeros y al público, como en la Puerta del Infierno, ese gran hombre que resume todo lo estudiado por Rodin en Italia, cuyo torso es el mismo torso del Belvedere la que Miguel Angel amaba y cuidaba tanto y que a Goya le sirvió para realizar esa escultura pictórica que es El Coloso.
Toda esa correa de transmisión de los siglos de la escultura se encuentra en la calle Alfonso de Zaragoza, patrocinada por el Ayuntamiento de la Ciudad y La Caixa, en el programa Arte en la calle y es una maravilla ver las esculturas mezcladas con los abuelos, los matrimonios, los solitarios, jóvenes, los niños, dialogando, fotografiando este arte y esto me recuerda la frase de Giacometti “prefiero la vida al arte”.
Carlos Barboza Vargas

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