Después de mi primera exposición colectiva con el Grupo Zapote en el Liceo Rodrigo Facio el 15 de septiembre de 1964, comencé a ampliar los contactos con artistas plásticos y, junto con el escritor Fernando Cabezas y el pintor Carlos Valenzuela aparecimos por la Casa del Artista en el anexo del Teatro Nacional y cuya directora era la pintora Olga Espinach. Para ese entonces se encontraban allí los artistas Antonio Arroyo, Ricardo Morales y Humberto Portillo que, junto con Cabezas, Valenzuela y Manuel Robles, formamos el Grupo Totem, con el fin de exponer nuestra obra en plazas públicas, escuelas y colegios, primeramente en San José y luego en otras partes del país. En 1965 hicimos, junto con otros pintores, escultores y poetas, nuestras primeras exposiciones al aire libredel Grupo Totem, en el Parque Central y del 20 al 27 de agosto, en Las Arcadas, junto al Gran Hotel Costa Rica, frente al Teatro Nacional, patrocinada por la Dirección Nacional de Artes y Letras.
Muy cerca de Las Arcadas se encontraba la sede del Círculo de Poetas y escritores costarricenses, con el que tuve contacto ya que comencé a asistir a sus reuniones y a formar parte de él junto con el escritor Fernando Cabezas. En ese momento lideraban el grupo los escritores Jorge Debravo, Laureano Albán y la poetisa Julieta Dobles que formaban ya un grupo compacto de alta proyección en las letras costarricenses. Hice muy buena amistad con estos tres escritores nacionales y comenzaron a colaborar con el Grupo Totem exponiendo junto a nuestra plástica su poesía mural que copiábamos en grandes cartulinas en la Casa del Artista, que se encontraba enfrente. Todo giraba alrededor del teatro, y usábamos el lema del Círculo de Poetas, lea poesía. Me convertí en un asiduo miembro donde mostraba mi trabajo de dibujante y grabador que era muy bien acogido por los escritores y amigos.
En 1966 al poeta Debravo le van a publicar una de sus obras fundamentales, Nosotros los hombres en la Editorial Costa Rica, y me solicita que le diseñe la portada, y basado en una xilografía con el mismo nombre, se publica mi dibujo en el primer libro de Debravo. En el año 1967 diseño por petición de Laureano Albán una colección de literatura llamada La Propia, para dicha editorial. Pasaron los años y de España regreso a Costa Rica y el poeta Albán me solicita que le haga la portada y dibujos ilustrativos de sus poemas para su libro Sonetos cotidianos publicados en la Editorial Costa Rica, en 1978. La prensa cede sus páginas al Círculo para que publique los poemas de estos prometedores jóvenes, en especial el diario La República, que son acompañados con dibujos y xilografías mías.
Esta ferviente actividad cultural del Círculo de Poetas y del Grupo Totem, recibe un duro golpe ya que Jorge Debravo, viajando en una pequeña moto, el 4 de agosto de 1967, fue atropellado por un coche en la noche, cortando de cuajo una de las mas bellas voces de la poesía de Costa Rica y América. Recuerdo muy bien aquella noche en que terminábamos una reunión semanal y nos quedamos Jorge, Laureano y yo los últimos para cerrar el local. Laureano le rogó a Jorge que no se fuera en moto esa noche, tal vez presentía algo, y Jorge se fue. Laureano y yo vagábamos por las calles silenciosas de San José hablando de arte y de poesía. Al día siguiente recibimos la trágica noticia del accidente y muerte de Debravo. Eso nos dejó completamente afectados, no sabíamos qué hacer. Laureano nos convocó para ir a Turrialba, tierra donde nació Debravo, de padres campesinos, el 31 de enero de 1938, tenía 29 años. En el solitario Cementerio, en una fosa de tierra fértil, hicimos descansar a Jorge y solamente nueve personas estuvimos presentes: Fernando Cabezas, Marcos Retana, Laureano Albán, Rodrigo Quirós, Julieta Dobles, junto a dos mujeres, el escultor Néstor Zeledón y yo.
Nuestro compromiso con el poeta ese día fue difundir su obra, y se siguió publicando en La República, El Eco Católico, …. También formamos un grupo coral para recorrer el país recitando su poesía en escenarios teatrales. Entre los múltiples poemas de Debravo que declamábamos se encontraba el siguiente:
Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a sus espaldas.
Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.
Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
arboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.
Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciego en mitad de la noche…..