Archivo Barboza Grasa ®

GALLARDO Y BARBOZA DIBUJANDO EN COSTA RICA


Este año del 2009 mis hijos Carlos Aurelio y Carolina se casaron y fueron en viaje de novios a Costa Rica. A la vuelta, entre los muchos presentes familiares que trajeron, mi hermana me envió una monografía del dibujante y pintor costarricense Jorge Gallardo, que no tenía. Dicha publicación se titula Jorge Gallardo, artista del pueblo escrita por la historiadora Ileana Alvarado Venegas, editada por la Fundación Museos del Banco Central, en el 2003. He leído con mucha atención todo lo que se dice de la obra de mi amigo el pintor Gallardo, con el que compartí muchos momentos de amistad pictórica, a pesar de mi juventud, ya que me trataba como un colega y trabajábamos juntos por las calles de San José dibujando a su gente.


Conocí a Jorge en el año 1965, en el que, junto con el Círculo de Poetas costarricenses y el Grupo Totem, expusimos Poesía y Pintura en Las Arcadas, y uno de los expositores que participaba con los jóvenes era Gallardo. Desde ese momento tuvimos una grata amistad. Hablábamos de Arte, de Europa y de Costa Rica, y dibujábamos en las cafeterías. Conservo un bello dibujo que me hizo en el año 1966 y dos retratos que le hice a la vez, uno con anteojos y otro sin ellos, además de una xilografía.

Fue uno de los que mas insistió, junto con el poeta Laureano Albán, en que tenía que trasladarme a Europa para completar mi formación pictórica, como así lo hice, gracias a una Beca de la Dirección de Artes y Letras y, como él lo hizo en 1949, yo en 1968, me matriculé, junto con el pintor Antonio Arroyo, en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

Continuamos en contacto por correo, y guardo tres publicaciones sobre su obra, como son una edición de lujo sobre sus Dibujos, de la Editorial Costa Rica de 1966, una edición mas sencilla que me envió, también de la misma editorial en 1974, dedicada con al siguiente frase: Para Carlos Barboza, con la amistad de siempre, Jorge Gallardo, Costa Rica 1972.

En 1974 me envió un libro firmado de poesías religiosas, cuyo título es Dar, amanecer del amor que supone una recopilación desde 1950, de su obra poética realizada en España, Italia, Costa Rica y Panamá, siempre buscando a Dios en la Naturaleza.

En 1975, cuando regresé a Costa Rica, casado con al pintora y grabadora española Teresa Grasa Jordán, nos vimos con Gallardo y Ruth en una cafetería, y en buena amistad nos intercambiamos presentes, regalándole a Teresa un bello dibujo dedicado de una pareja conversando en un bar, que guardamos en nuestra colección.

En la última monografía tan necesaria para comprender a los creadores costarricenses, tengo que puntualizar algunas cosas sobre Gallardo y su obra.

Sin duda alguna, el pintor Gallardo es hijo de su tiempo, es decir, del siglo XX, el siglo de Picasso, aunque siempre, en las conversaciones salía el pintor español, para bien o para mal. Gallardo no quería aceptar que había asimilado todo el cubismo, pero filtrado a través del gran pintor Daniel Vázquez Díaz, profesor en Madrid, el cual lo había visto en París, al tener contacto con Picasso y Juan Gris, éste conserva esta forma de componer de los cubistas, pero humanizando el dibujo y la pintura, en especial en su pintura mural y en la síntesis cromática, que es lo que Gallardo aprende de Vázquez Díaz. Se advierte en las primeras obras de Gallardo en Costa Rica.

Luego, en Italia Gallardo se fija en el Renacimiento, y mas aún en los prerenacentistas, que pudo haber visto en Asís, tierra de San Francisco, o en Florencia, con Cimabue, Giotto, Lorenzzetti, Masaccio y Piero della Francesca, todo un pozo de pintura religiosa tan importante en la cultura occidental. Somos hijos de los griegos y romanos y de la religión católica que ha conformado nuestra cultura, que ha dado tan grandes e imaginativos artistas. El mismo Guernica de Picasso se encuentra en el Beato de Liébana, Gauguin se refugia en la cultura pagana de la Polinesia, pero siempre buscando a Dios. Matisse nos deja una síntesis de color en la Capilla del Rosario de los Dominicos de Vence, que pintó en 1950.

Gallardo, a través de la religión cristiana busca su ser y, de una forma tropical, con colores planos, al igual que el último Matisse y los anónimos artistas de los códices miniados medievales, trata de llegar al gran público costarricense, y nos lo explica él mismo con las siguientes palabras en su Poema de trotamundos firmado en Italia en 1953:

….. Sentí el viento,
vi en el vientre luminoso de la luna
su dibujo fetal de niño adormecido;
me hice entonces la eterna pregunta
de los hombres:
de dónde venimos,
quiénes somos,
hacia dónde vamos?

Carlos Barboza Vargas