
Pero lo más impresionante es entrar en ese túnel del tiempo de mas de veinticinco siglos y ver cuán vivas y palpitantes están estas obras maestras de la cultura occidental. También entro en mi particular túnel del tiempo, y recuerdo los días en que oía a mi profesor de Filosofía en la Universidad de Costa Rica, Don Constantino Láscaris Conmeno, descendiente de las dinastías bizantinas de origen imperial, nacido en Zaragoza y bautizado en El Pilar, y cuyo Palacio Láscaris se encuentra en Italia en la ciudad de Torino. Con el amor a sus antepasados, me abrió los ojos ante esa inmensa cultura griega, sus filósofos, Platón, Aristóteles, escritores como Sófocles, Homero, políticos como Pericles y su famoso Siglo V antes de Cristo, escultores, Fidias, Mirón, Apolonio, hijo de Néstor,… o del Partenón, con su número áureo, que siempre me ha acompañado en mi obra pictórica; es decir, todo un descubrimiento del mundo griego mediterráneo, en el mundo tropical de las selvas de Costa Rica.
Nos adentramos en la exposición y, a través de las esculturas, se nos cuenta la vida humana en todas sus facetas, desde los pequeños bronces a grandes esculturas de efebos y venus, retratos de filósofos y políticos, cabezas de niños, mujeres vestidas en pequeñas terracotas de la vida ciudadana, que luego los pintores y escultores renacentistas utilizaron como símbolos cristianos. Mujeres conversando en un mercado, cabezas de africanos en vasijas, filósofos pensantes como el griego Láscaris. Todos los temas son tratados con gran delicadeza y humanidad, como es el erotismo y el sexo, en su Sátiro y Ninfa y en sus platos de cerámica y jarrones. A continuación, el Deporte, con esa bellísima versión del Discóbolo de Mirón que se exhibe como la estrella de la muestra, donde toda la fuerza y concentración del cuerpo humano es transmitida al mármol, logrando sentir, después de tantos siglos, la belleza del cuerpo en tensión. Baco, como contrapunto del esfuerzo deportivo, muestra su cuerpo relajado ante unas uvas y una copa de vino.