Archivo Barboza Grasa ®

LEYENDO RAYUELA DE CORTÁZAR EN EL MADRID DE 1970

Este último verano del 2013 me propuse el volver a leer la novela RAYUELA de Julio Cortázar, que cumple este año cincuenta años desde que se publicó en 1963, coincidiendo la fecha con mis inicios de pintor. En el año 1969 me encontraba en Madrid asistiendo al Círculo de Bellas Artes y a la Escuela de San Fernando con el fin de mejorar mi técnica pictórica y aprender el oficio de grabador calcográfico. Ese Madrid del final de un sistema político era un hervidero de nuevas ideas y toda la juventud se movía en una dirección tratando de asimilar todo lo que caía en sus manos.
El grupo con quienes vivía en un piso era muy variopinto, pues teníamos pintores, pintoras, escritores y cineastas. La Escuela de San Fernando, en especial el Taller de Grabado calcográfico se unían muchas nacionalidades, de Argentina,   Puerto Rico, Panamá, Brasil, Estados Unidos, Francia, Alemania, Marruecos, Irak, Egipto y Japón, que junto con los artistas españoles formaban un conjunto de grabadores que tenían como fin el modernizar el grabado sobre plancha de metal o calcográfico. Esta amalgama de personalidades, y al leer Rayuela, sus personajes en algunos aspectos se parecían a los creados por Cortázar  para que deambularan por su novela.  El Club de la Serpiente parisino se encontraba por el Madrid de los años setenta. Así es que, Horacio Oliveira, argentino de 40 años y La Maga, cantante de Uruguay, y los escritores Ronald Wong de China, Perico Romero, español, Etienne, pintor, Gregorovius,…se reunían en ese Paris metafórico como lo llamaba el escritor, a dialogar, oír música,  y decían cosas como éstas en el cap. 13 pág. 68: …-  Si, la gran época de Amstrong – dijo Ronald, examinando la pila de discos que había elegido Babs-.  Como periodo del gigantismo en Picasso, si quieres. Ahora están los dos  hechos unos cerdos. Pensar que los médicos inventan curas de rejuvenecimiento…..nos van a seguir jodiendo otros veinte  años, verás. 
También compara a París con Madrid,  y se dicen cosas como ésta: Cap. 13, pág. 69: … Claro que en mi país es un puro refrito, hay que decirlo con todo el cariño.-Empezando por ti- dijo Perico detrás de un diccionario- Aquí has venido siguiendo el molde de todos tus connacionales que se largan a París para hacer su educación sentimental. Por lo menos en España eso se aprende en un burdel y en los toros, coño……
Estos personajes de París de 1950, que podemos observar en las fotos de Brassai y de  Monier, viven en la nada, y hablan de todo, demostrándonos Cortázar – Morelli, su gran cultura y no dejan de desfilar por sus páginas  Vieira da Silva, De Estaël,  Brancusi, Simone de Beauvoir, Picasso, Brigitte Bardot, Nabokow, Zao-Wu-Ki, Spinosa,  Edgar Alan Poe,(fue su traductor), Artaud, Nietszche, Sartre, Buñuel, Chaplin,  Wifredo Lam, Perón, Huxley,  Borges, Rembrandt, Henry Moore, los Existencialistas, Freud, Dostoievsky, y con respecto a Mondrian opina en el capítulo 19, pág. 95:  – Mondrian es una maravilla pero sin aire. Yo me ahogo un poco ahí dentro. Y cuando vos empezas a decir que habría que encontrar la unidad, yo entonces, veo cosas muy hermosas pero muertas, flores disecadas y cosas así……   Es increíble lo que te cuesta captar las nociones abstractas.
En todo este mundo de muchas palabras café, tabaco, jazz, hay un niño hijo de Maga, que  muere mientras los tertulianos tratan de salvar el mundo. Oliveira-Cortázar encuentra su inoperancia y en el capítulo 32, pág. 222,  se sensibiliza ante la muerte de Rocamadour y dice:….. Es así, Rocamadour: En París somos como hongos, crecemos en los pasamanos de las escaleras, en las piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos  y pone discos de Vivaldi, enciende cigarrillos……
A Horacio Oliveira lo expulsan de Francia por tener relaciones con una clochard,y regresa en barco a América haciendo escala en Uruguay donde busca a su amor perdido, La Maga, no la encuentra y retorna a Buenos Aires donde se reencuentra con su amigo de juventud Treveler el cual sueña con países lejanos y envidia a su amigo por haber estado en París. Este, junto a su mujer Talita, farmacéutica, repasan los mapas y en el capítulo 37 pág. 259 comentan:….Las bellas palabras extranjeras  son como oasis, como escalas. ¿Nunca iremos a Costa Rica?  ¿A Panamá donde antaño los galeones imperiales…?  ¡ Gardel murió en Colombia, Dire, en Colombia ¡……
La adaptación de nuevo a su patria es costosa e inútil,  todo lo aprendido en Europa no sirve, tiene que trabajar y lo hace en un circo primero, donde trabajaba Treveler, y finalmente termina el grupo en u manicomio que es el final de muchos que regresan sin haber cumplido sus sueños europeos, triunfar aquí.  Y ene s mundo de locura habla de psicoanálisis en el capítulo 80 pág. 455……El psicoanálisis muestra como la contemplación del cuerpo crea complejos tempranos. (Y Sartre, que en el hecho de que la mujer esté “agujereada”,  ve implicaciones existenciales que compromete toda su vida).
Finalmente queda siempre el metafórico París y en  el final de la Rayuela de la vida, juego de nuestra infancia, nunca se llega al cielo. Y en el capítulo 93, pág. 485, medita:  …..París es un centro, entendés, una mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las formulas pragmáticas no sirven mas que para perderse. Entonces, un cogito que sea como respirar París, entrar en el  dejándolo entrar, neuma y no logos. Argentino compadrón, desembarcando con la suficiencia de una cultura del tres por cinco, entendido en todo, al día en todo, con un buen gusto aceptable, la historia de la raza humana bien sabida, los períodos artísticos, el Románico y el Gótico,  las corrientes filosóficas, las tensiones políticas, la Schell Mex, la acción y la reflexión, el compromiso y la libertad, Piero della Francesca y Anton Webern, la tecnología bien catalogada, Lettera 22, Fiat 1600, Juan XXIII. Qué bien, qué bien……..

Carlos Barboza Vargas