Archivo Barboza Grasa ®

GOYA, EL COLOSO Y JULIA.

En la edición del Heraldo de Aragón del domingo 10 de mayo de 2009 se publica un artículo firmado por Pablo Ferrer, en que se da noticia de El Coloso de Goya y su ubicación actual en el Museo del Prado, con cartelas explicativas en español e inglés, que reniegan de la autoría goyesca, atribuyéndoselo a Juliá. En recuadro del Heraldo, la “disidencia colosal” frente a la tesis del Museo del Prado, nos nombra como restauradores opuestos rotundamente a tal descatalogación.
En principio, como si de cualquier otro tema se tratase, tendríamos que intentar aproximarnos, con todos los medios actuales, a la realidad física de la pintura que estudiamos y a intentar imaginar llevarla a cabo por nuestros propios medios. Cualquier pintor que haya manejado los diversos materiales pictóricos, sabe de la dificultad de la ejecución real de la pintura al óleo, y más aún, de lo difícil que es trasladar al lienzo la idea que tenemos en la cabeza. La pintura de El Coloso supone una dificultad extrema en su atrevida e inusual composición, en la que el sujeto principal huye de la escena, de la quema, y el tratamiento pictórico, en los inicios del siglo XIX es completamente innovador y rompedor en su técnica y concepto pictórico. Por todo ello, esta obra, sólo la puede ejecutar un genio de la pintura, que haya llevado a sus espaldas todo el acontecer que narra en el lienzo, junto a una trayectoria pictórica de primer nivel.
Al estudiar estilísticamente El Náufrago (0,52 x 0,41 cm.) una de las pocas pinturas firmadas por Juliá con grandes caracteres, sobre un paquete o un fardo con ataduras, vemos que nada tiene que ver con la pintura de Goya. La composición de la obra,- en la que la figura del náufrago, bandolero, pirata o contrabandista, ya que ni siquiera se define el personaje, no se sabe si es un náufrago llegando a la costa o un prisionero atado a un árbol, – acumula rocas imposibles, personaje y árbol seco en un solo sector, a la derecha de la composición, en diagonal, mientras en el lado izquierdo, el cielo plomizo y espeso, una montaña, un castillo y el mar ocupan el espacio. Por cierto, repite idéntico castillo en otros cuadros. El tronco del árbol tiene similar tratamiento pictórico al del pantalón del personaje, las mismas pinceladas dibujan la ropa, las piedras, o el paisaje.
En resumen, este pintor, Juliá, pinta de igual forma el cielo, las rocas, los personajes y la naturaleza, siempre con pinceladas monótonas en su ritmo y ejecución. Las composiciones poseen uno o dos personajes pequeños en el espacio del cuadro, algunos sin manos o escondidas. Si un pintor como Juliá fuera capaz de ejecutar una obra como El Coloso, la firmaría con grandes caracteres, y El Coloso no está firmada, está numerada. Se conservan restos de numeración.
Goya por el contrario, pinta cada motivo de una manera diferente, según su naturaleza, Goya es siempre distinto, siempre múltiple, es el pintor de las infinitas variaciones, dentro de un conjunto armónico, inmenso y policromo. Además, la materia pictórica en Goya posee una riqueza y una diversidad que no tiene la de su amigo Juliá. Goya ha pintado diversos gigantes y colosos perfectamente ubicados en el espacio, conjuntando el color y la acción de una manera admirable. ¿Querríamos ver un coloso de Juliá?.
El estudioso de Goya, el profesor Enrique Lafuente Ferrari, es quien dedica por primera vez un estudio al pescadoret en su libro “Antecedentes, coincidencias en influencias en el arte de Goya”, en el Catálogo ilustrado de la exposición celebrada por los amigos del arte, en 1947. Nos dice que es Carderera el que habla de él como discípulo de Goya, pero en su libro sobre los frescos de San Antonio de La Florida publicado por Skira en 1976, duda de que fuera ayudante en la ejecución de la obra maestra, a pesar de que Goya lo pintó junto al andamio, ya que no hay datos. De Asensio Juliá dice que su pintura se influencia por la de Goya, copia alguno de sus cuadros, como el del médico Arrieta y, bajo su dirección, pintó una pintura alegórica con motivo de la celebración de Fernando VII. En su libro reproduce solo seis obras ciertas. Es interesante constatar que al prestigioso profesor Lafuente Ferrari no se le ocurrió el despropósito de mezclar o relacionar a Juliá con El Coloso.
Asensio Juliá, no puede ser jamás el autor de dicha obra, pues sólo es un pintor con 19 cuadros de pequeño formato catalogados hasta la fecha, según el historiador Rafael Gil Salinas en su monografía sobre Asensi Juliá de 1990, y son pobres en su concepto y técnica. Juliá solo sabe trazar duelos de soldados batiendo sus espadas al aire, figuras rígidas y esquemáticas en escenarios acartonados y planos, con composiciones simples y débil materia pictórica.
Manifestamos nuestra queja formal por el empobrecimiento artístico y cultural para el pueblo español que se deriva de la descatalogación de El Coloso como obra indudable de Goya y su atribución a un pintor menor. Nosotros, como parte integrante de los 46 millones de ciudadanos españoles, no estamos dispuestos a participar en este expolio ni a renunciar a una de las mayores joyas de la pintura ejecutadas por el aragonés y universal Francisco de Goya.
Carlos Barboza Vargas Eloísa Teresa Grasa Jordán
Restauradores Facultad de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, UNESCO, Roma. Miembros de ICOM.